¿Qué hubieras hecho diferente de joven?

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Personas jóvenes y viejas sentadas en las bancas de un parque

Le pregunté a doce personas, "¿Qué hubieras hecho diferente de joven, sabiendo lo que sabes ahora?" 

Esto fue lo que me contestaron:

– Besaría a mi primera novia en cada día de la única semana en la que fuimos novios. Abrazaría a mi padre y le pediría perdón por mi soberbia; le escucharía cuando me hablara, sin ninguna prisa.

– Hubiera ido a recorrer de mochilero el mundo durante un año o dos. No volvería a creerles a los grandes que hay que sentar cabeza lo antes posible. Asumiría que es más importante saber vivir, apreciar la vida y tener amistades significativas, que creer que tengo una obligación para con la sociedad y conmigo mismo que tiene que resolverse sacrificando la propia libertad.

– Me hubiera gustado haber empezado a jugar ajedrez desde niño. De haberlo hecho, quizá me hubiera puesto como objetivo ser campeón mundial.

– Hubiera tratado de tener muchos más amigos –o al menos conocer mucha más gente– y, a la gente que ahora es mi amiga o conocida, conocerla mejor. También haría predicciones y apuestas sobre el futuro para ser millonario.

– Hubiera estudiado mi carrera en otro país; lo sé ahora, después de varios años y de haber cursado la maestría y el doctorado en el extranjero.

–Tomaría clases más difíciles y evitaría aquellas que me parecían muy sencillas. Sería más paciente con las personas que están dispuestas a ser recíprocas y desapegado con aquellos individuos que no ponen de su parte para construir una amistad. Disfrutaría cada instante, desde aquellos momentos lentos y pesados hasta las risas ligeras de la noche fresca con los amigos.

– Hubiera aprendido muy bien otro idioma desde el comienzo de la carrera; o, bien, hubiera aprendido más idiomas, sin una finalidad específica (nunca sobran). No hubiera prestado mis libros raros y favoritos (hay unos que nunca me los regresaron y me arrepiento, porque ya no se consiguen). También me motivaría más a hacer cosas que quiero, sin dejarme vencer por la flojera: tomar un curso, ir a una conferencia, exposición, etc.

– Hubiera aceptado más mi cuerpo y haberme dejado de comparar con el resto de la gente.

– Hubiese sido más prudente y menos beligerante. La soberbia de la juventud, con el tiempo, se convierte en pena ajena. Por ello, hubiese disfrutado más de la familia y pensado menos en mí y no hubiese sido tan “parejocéntrico” (cuando la vida emocional depende de la pareja en turno).

– No hubiera tenido hijos tan joven. Sin ser un impedimento, los hijos cambian los planes de la vida, y eso puede no siempre darnos plena libertad para hacer cosas o, bien, hace que pensemos los planes y los proyectos varias veces. En el fondo nos crea una gran responsabilidad que no todo el mundo está dispuesto a afrontar. Creo que tener hijos más grande me hubiera hecho una mama más relajada, más tolerante y con otra perspectiva de la vida.

– ¿Trabajado en otro lugar? ¿Haber estudiado otra carrera? ¿Decir que sí cuando dije que no? ¿Decir que no cuando dije que sí? ¿Haber escrito más o menos? ¿Aprender otros instrumentos musicales? ¿Leer más novelas? A todo ello, creo que no. Lo que hubiera vivido de otra manera es a construir mi diálogo interno, a aprender a vivirme de otra manera, otro tiempo y otra cadencia.

– No haría nada distinto, es decir, no hay algo que hubiera querido hacer y que no hice, ni nada tan terrible que hubiera preferido no hacer. Pienso que lo que hice de joven es precisamente lo que hoy me sostiene. Así que dejaría todo tal cual.

 

¿Y tú, qué hubieras hecho diferente?

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