Rabia y amor pa’ construir

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un panfleto

Derechos Humanos, justicia social, responsabilidad colectiva, dignidad humana: estos conceptos abordan mi mente constantemente. Desde el primer día, no he dejado de pensar en la humanidad en tiempos de Coronavirus. Lo pienso en mi carácter como persona, pero también desde mi singularidad como estudiante en Trabajo Social comprometida con la salud integral y los derechos humanos.

Ya vivíamos en tiempos de violencia y mucha desigualdad y, de repente, llega una pandemia que trastoca la vida de todos los seres humanos. Aún sabiendo que ha trastocado la vida de todas las personas, es importante reconocer que no afecta a todas por igual.

En Puerto Rico, el gobierno estableció el aislamiento social mediante un toque de quedaaunque a mí, me gusta llamarle distanciamiento físico. Pues nos distanciamos físicamente, pero socialmente no. Y aunque esta medida es necesaria para prevenir los contagios, esta no vino acompañada de medidas de protección social. Y eso ha sido sumamente problemático, porque no nos hemos recuperado de varias crisis casi consecutivas (huracanes, temblores y ahora el COVID-19).

Según un artículo realizado por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI), el huracán María es catalogado como el peor desastre en la historia de Puerto Rico provocando un alza en la mortalidad con cuatrocientas ochenta y siete historias. Recientemente tuvimos eventos sísmicos que crearon una emergencia nacional con terribles impactos a la vida de 480,000 personas en 16 municipios. 

Hemos visto cómo en estas situaciones de vulnerabilidad aumentan los problemas sociales y con ello, más desigualdad. Es importante que hablemos de aquellos grupos que históricamente han sido marginados y oprimidos. ¿Qué sucede con las personas que viven con sus agresore·as? ¿Las personas que no pueden continuar sus trabajos remotamente? Según la encuesta más reciente sobre la Comunidad de Puerto Rico desde el 2014 al 2018, el 44,5% de la población vive bajo los niveles de pobreza. En un país donde hace más de dos años la organización política Colectiva Feminista en Construcción en conjunto con otras organizaciones de base comunitaria como: Paz y Taller Salud vienen exigiendo la declaración de un Estado de Emergencia ante la violencia de género, y se ha hecho caso omiso por parte del Estado.

Un estudio publicado por las organizaciones comunitarias y feministas Kilómetro 0 y Proyecto Matria, revelaron que en Puerto Rico ocurre un feminicidio cada siete días. Esto equivale a una tasa de feminicidio promedio de tres feminicidios por cada 100,000 mujeres.

Ante este panorama hiriente, y altamente preocupante, ante este contexto mundial que conocemos y padecemos, me pregunto: ¿Qué rol podemos asumir? Como ciudadanas, hay cosas que asumimos porque son impuestas por leyes, órdenes ejecutivas, entre otras. Hay otras que asumimos por ética, amor y humanidad.

Dentro de eso, se hace necesario que, como jóvenes, asumamos posturas en la cuestión social y política de nuestro país. La cuestión política y social son asuntos de amor y humanidad. A veces, podemos asumir con miedo y muchos cuestionamientos. Quizás por las implicaciones que eso pueda tener a nivel personal o profesional. Sin embargo, lo hacemos porque nuestra esperanza va mucho más allá.

Lo hacemos desde la esperanza de que, no importa cuán pequeñas sean las acciones que hagamos, estas pueden seguir abriendo e impulsando otras iniciativas para el bien colectivo. Desde nuestras redes sociales, casas y espacios visualicemos las injusticias y exijamos respuestas.  Apoyemos el trabajo que por años vienen haciendo organizaciones comunitarias y feministas, ya sea sumándonos a iniciativas o compartiendo la información.

Desde esa urgencia de pensarnos e imaginarnos en equidad, amor y justicia social. Me resisto a que cedamos. Estoy convencida de que otras formas de vida, socialización y otros futuros son, y siempre serán posibles. Les deseo amor y salud, pero sobretodo ganas pa’ indignarnos y tomar acción desde cada trinchera. Por amor, dignidad, solidaridad y por conciencia ético-política.

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