Humanismo Sintético

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De humanos a robots

Hoy en día es evidente que la tecnología y las máquinas han superado las distintas capacidades humanas de manera significativa. Muchas de las tareas o trabajos que antes eran realizados arduamente por humanos pueden ser llevados a cabo por máquinas con menos riesgo de errores y en mucho menos tiempo. Y es que además, en pocos años la tecnología ha ido ganando terreno en el día a día de la persona: la televisión, ordenadores, tablets, robots en fábricas… Haciendo que de alguna manera, tecnología y persona vayan unidos hasta incluso llegar a establecer una estrecha dependencia entre ambos. Sin embargo, nos enfrentamos a retos mucho mayores para los que la sociedad seguramente no esté preparada en los que ya no solo una persona depende de la tecnología, sino que ambos funcionan de manera integrada y conjunta: el transhumanismo y posthumanismo. 

Para poner en contexto, procederemos a indicar el origen etimológico de ambos conceptos. Mientras que “transhumanismo” está formado por el prefijo “trans-“ (“más alla”), “posthumanismo” está precedido por el prefijo “post-“ (“después de”). Con lo cual, podemos empezar a hacernos a la idea de las pequeñas pero notables diferencias entre ambos conceptos. Aparte, ambas tiene como raíz léxica la palabra “humanismo”. El humanismo fue una corriente cultural y filosófica nacida en los siglos XIV y XV con el objetivo de dar resguardo al salvajismo del ser humano y a las capacidades que le hacen único. Es decir, daba valor al ser humano y a sus facultades considerándolas ilimitadas y autosuficientes poniendo al ser humano en el centro de todo. Dicho esto, queda claro que el objetivo del transhumanismo y posthumanismo es, de alguna manera, sobrepasar las capacidades del ser humano. ¿Y cómo? Haciendo uso de la tecnología que el propio ser humano inventa y crea. Dentro de ambos conceptos también hay leves diferencias. 

El transhumanismo en síntesis, pretende llevar a cabo la evolución del hombre, del Homo sapiens de manera artificial. Esta corriente la cual estuvo primeramente sugerida por Julian Huxley, considera lo natural como algo problemático que impide el progreso del hombre y cree que la mejor forma de ampliar la razón del humano es haciendo uso de la tecnología. De este modo, tecnología y hombre funcionarán como uno solo. Esto permitirá eliminar aquellas características físicas o psicológicas que no sean deseadas. Para los transhumanistas, la aplicación de las nuevas tecnologías respeta el deber moral y las capacidades físicas y cognitivas humanas sin violar de ninguna manera la propia libertad o dignidad humana.

Por otro lado, el posthumanismo podría considerarse el producto final del transhumanismo o simplemente una versión mucho mas intensificada del mismo. Pretende crear una simbiosis hombre-máquina de modo que la dependencia entre ellos sea máxima para así depender lo más mínimo de la naturaleza. De esta forma, se creará un hombre genéticamente biónico con capacidades muy desarrolladas. Creen en la libertad del hombre para poder moldear su cuerpo y sus emociones a según sus deseos, evitar la deterioración física e incluso hacerlo inmortal. Se observa como, mientras que el transhumanismo pretende unir hombre y máquina de manera más externa, el posthumanismo pretende que los humanos lleguen a comportarse incluso como una máquina, llegando a controlar ámbitos mucho más personales y propios de cada persona.

Aunque nos pueda sonar a ciencia ficción, estas ideas están siendo esculpidas hoy en día. Por ejemplo, Google invirtió 850 millones de euros en crear CALICO, una empresa que pretende combatir el envejecimiento y enfermedades asociadas. A su vez, Elon Musk y Zuckerberg invirtieron 50 millones de euros en crear otra empresa para digitalizar el cerebro. El tema está siendo tan tratado e investigado actualmente que son muchos científicos y filósofos los que dedican grandes investigaciones a este ámbito. Y por si fuera poco, ya existe una Declaración Transhumanista donde se establecen los principales principios que la corriente transhumanista defiende. En ella hay tres puntos clave a destacar. Primero, muestran su objetivo que consiste en cambiar al ser humano para poder rediseñarlo y moldearlo según lo deseado. En segundo lugar creen que cada persona cuenta con el derecho moral para utilizar la tecnología con el fin de controlar y decidir sobre su propia vida más allá de las limitaciones derivadas de la biología. En este punto se aprecia el rechazo hacia la naturaleza creadora, tomándola como un obstáculo ante el progreso de la especie. Por último recalcan el bienestar de la propia conciencia al hacer uso de la tecnología para mejorar las propias capacidades sin depender de ningún organismo político. Para ello, pretenden apoyarse en la nanotecnología, biotecnología e inteligencia artificial y los numerosos avances que estas disciplinas están trayendo. 

Además, tanto el transhumanismo como el posthumanismo defienden los mismos valores, tomados en menor o mayor medida. Apoyan la dependencia del hombre en la máquina para controlar los sentimientos y rasgos físicos y cognitivos. Por ello, apoyan una doctrina controladora y que al fin y al cabo reduce la libertad del humano para tomar sus propias decisiones al estar supeditado al funcionamiento de la tecnología. En relación con esto, se puede interpretar que defienden la alienación del hombre, es decir, la incapacidad de imponer su voluntad y controlar la propia personalidad. Pero a su vez establecen que su doctrina permite al humano alcanzar la máxima felicidad debido al hecho de que se puede eliminar cualquier hecho no deseado del propio cuerpo. Por tanto, alcanzarían la felicidad mediante su propia manipulación, convirtiéndola así en una felicidad artificial que no deriva de los propios logros sino de su obligada imposición, algo que resulta bastante contradictorio. Este asunto nos recuerda a "Un mundo feliz" de Aldous Huxley donde el fin de cada persona era evitar las desgracias y obligarse a alcanzar la felicidad. Por tanto, si la felicidad es una imposición y no una opción, estas corrientes defenderían un comportamiento egoísta que únicamente busca la felicidad individual y no la colectiva, sustituyendo el "soma" de esta novela por la tecnología. Es por eso que su ética sería utilitarista y pragmática ya que se basa en realizar cambios que sean útiles y que a la vez funcionen y tengan un uso que se pueda aplicar correctamente.

Ambas doctrinas presentan serios inconvenientes sociales. Aun así, ellas mismas tienden a dar soluciones a los evidentes problemas. Para empezar, si pretendemos hacer al hombre inmortal está claro que esto acarreará un serio problema de superpoblación mundial. Ambas corrientes lo desmienten afirmando que para cuando esto suceda, el hombre habrá encontrado vida en otros planetas o simplemente, se podrá vivir digitalmente. También habría un serio problema en cuanto a la desigualdad ya que solo aquellas personas que cuenten con mucho dinero podrán hacer uso de esta tecnología para aumentar sus capacidades. Por el contrario ambas doctrinas creen que la fabricación de los sistemas será llevada a cabo de forma rápida y barata por lo que el precio será bajo y accesible para todos. Además, cualquier persona que no quiera unir su cuerpo a una máquina estará obligada a hacerlo porque el mundo estará ideado y pensado para el hombre biónico. Refutan este problema afirmando que las ventajas que supondrá la tecnología en el humano son tales, que nadie querrá no hacer uso de ella. Por tanto se observa como ambas doctrinas moldean sus ideas para adaptarlas de alguna manera a una realidad futura de la que realmente no se puede saber nada con certeza. Es decir, hacen uso de argumentos pobres e infundados para alejarse de los graves problemas que acarrearía la aplicación práctica de ambas corrientes.

Cabe destacar que tanto el transhumanismo como el posthumanismo también presentan una serie de problemas en el ámbito religioso cristiano y en la filosofía. Para empezar, si nuestros sentimientos y acciones son controlados por la tecnología el humano no podrá lograr la perfección de la bondad. Esto es debido a que la bondad solo se alcanza si se es libre ya que si no tenemos control sobre nuestros propios actos, las acciones realizadas por muy correctas que sean no pueden considerarse morales o éticas. El hecho de que nuestras acciones sean controladas por una máquina hace que se conviertan en acciones “mecanizadas” que no tienen moralidad alguna. Además, de alguna manera estaríamos provocando que nuestra vida dependiera en su plenitud de una máquina y no de Dios mismo. Si profundizamos más, se podría llegar a la conclusión de que tanto el transhumanismo como el posthumanismo quieren convertir al humano es una especie de “pequeño dios”, poderoso, perfecto y más allá de sus posibilidades por lo que creer en ambas doctrinas significaría estar anulando de alguna manera la existencia de Dios. Por otro lado, el hecho de mejorar al humano supondría estar utilizando los dones divinos para cumplir nuestro propio destino y no el de Dios. También significaría estar renunciando a la doctrina cristiana que toma al humano como ser mortal pero con un alma inmortal que va junto a Dios tras la muerte. Finalmente, el hombre no sería libre para decidir sobre sus acciones ya que dependerían del funcionamiento de la máquina y no de su razón y sentimientos los cuales hacen única a la especie humana y a cada individuo. Muchos científicos de la talla de Stephen Hawking han advertido de los peligros de anexionar el humano a la máquina. Es difícil saber con certeza si se llevarán a cabo estos cambios en el humano pero lo que sí es seguro es que el debate en torno a este tema va a estar cada vez más presente en nuestra sociedad.

En conclusión, tanto el transhumanismo como el posthumanismo pretenden dotar al humano de capacidades contrarias a la propia naturaleza del hombre que en conjunto contribuyen a crear una nueva especie humana mucho más desarrollada tanto física como cognitivamente. Sin embargo, pese a los cambios nombrados, su aplicación tendría también efectos muy negativos  no solo en el campo de la filosofía sino en el religioso. Por ello creo que es importante establecer una serie de límites a la hora de desarrollar la tecnología. No estoy diciendo que la propia aplicación de la tecnología sea negativa sino que el mal o excesivo uso de la misma es lo que acarrea serios problemas y desafíos para los que la sociedad actual no está preparada. Debemos asegurarnos de que todo avance científico venga acompañado de una reflexión moral que de alguna manera sirva para darnos cuenta de las consecuencias de estos avances a corto y largo plazo antes de que sea demasiado tarde. La imposición de unos límites estrictos es lo que provoca que la tecnología sea utilizada con unos fines claros y alejados de cambiar la propia esencia del humano. Son nuestros defectos sumados a nuestras únicas virtudes como humanos lo que nos hace ser una especie singular. Una especie con sus propias y maravillosas capacidades que no necesitan ser mejoradas para seguir siendo únicas.

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