El amor como estado de consciencia

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Manos haciendo corazones con un atardecer de fondo

A lo largo de los años he tenido mucho conflicto interno con la obsesión de gran parte de la sociedad por la felicidad. Me he encontrado en muchísimos lugares con discursos motivacionales (ya sea de figuras públicas o de gente en general) hablando de cómo puedes ser feliz todo el tiempo y cómo la vida puede ser muy sencilla si tomas su taller, conferencia, clase, etcétera.

Si bien estoy de acuerdo con que a veces la vida es tan hermosa que no quieres ni pestañear por miedo a perderte lo increíble que está lo que tienes frente a ti, las cosas no siempre son así. Están los otros momentos, los momentos obscuros o simplemente difíciles. Esos días en los que quisieras que hubiera un botón de “adelantar” para que pudieras pasar por ciertas experiencias sin tener que experimentarlas realmente.

En esos momentos, veo a todas esas figuras motivacionales (y me atrevería a apostar que a algunos de ustedes también les pasa) y me pregunto si hay algo mal conmigo, si hay un secreto de la vida que todos saben menos yo acerca de cómo ser feliz todo el tiempo.

Sin embargo, hace poco leí el libro de Jen Pastiloff “On being human” y ahí encontré un concepto que me parece muy interesante y ha cambiado la manera en la que entiendo y practico la resiliencia: las “y” declaraciones. Este concepto lo he entendido como una herramienta metacognitiva e incluso espiritual a través de la cual puedes entender que nosotros, como humanos, podemos experimentar diferentes experiencias al mismo tiempo, incluso cuando parecieran ser contradictorias entre sí.

Esto ayuda a desarmar los mitos de quiénes y cómo debemos de ser dependiendo de los roles que cumplimos en el mundo. Uno de los muchos ejemplos que Pastiloff da, es: ella es una persona que tiene depresión y ansiedad clínica Y lleva a cabo talleres alrededor del mundo para que las personas puedan reconectarse consigo mismas y con otras personas.

Uno se podría preguntar ¿cómo una persona que tiene condiciones adversas de salud mental puede liderar talleres enfocados en el bienestar de las personas? A mi parecer, lo puede hacer porque eso es lo que significa ser humano en su totalidad, el ser capaz de experimentar lo difícil y lo hermoso de la vida en la misma experiencia, en el mismo día, a veces en el mismo segundo.

Pienso que este concepto aplica tanto para experiencias específicas, como experiencias del día a día. A esta herramienta, le agregué mi toque personal (o quizás debería decir universal), el amor. Si bien la felicidad es algo a lo que no puedo acceder todo el tiempo, el amor es algo que casi siempre puedo sentir, encontrar, observar. En el funeral de una de mis amigas de toda la vida o cuando estaba en el hospital acompañando a mi abuelito que estaba en coma, sentía una profunda tristeza, pero también un profundo amor. De hecho, me atrevería a decir que el dolor tan grande que sentí fue justamente por el amor tan grande que les tengo a ambos.

Por lo tanto, trato de llevar mi vida con amor independientemente de la emoción que esté sintiendo en ese momento. Porque la alegría, a fin de cuentas, es una emoción y las emociones son pasajeras. Pero el amor no es una emoción, es una manera de ser, de moverte en el mundo. Como A.R. Lucas dice: “Hemos sido infectados con la idea de que el amor es una emoción que se siente sólo entre dos personas, pero el amor es universal. Es una energía. Una fuerza contagiosa. El compartir tu dinero con una persona que vive en la calle, es amor. El salvar a una lombriz del sol, es amor. El sonreírle a un extraño, es amor. El ser agradecido, el tener esperanza, el ser valiente, el perdonar, el estar orgulloso, eso es amar”.

Por lo tanto, en este escenario, muchas cosas pueden pasar que me pueden hacer sentir triste, emocionada, enojada, ansiosa, calmada, pero siempre intentando tener una base de experiencia en amor.

Sé que esto puede sonar como positividad sin fundamento y lo último que quiero es sonar como una oradora motivacional, así que voy a dar unos ejemplos que me han ayudado en la vida real, específicamente durante esta pandemia:

Cuando siento la incertidumbre y ansiedad de la situación por el COVID-19, volteo a mis alrededores y veo a mis papás trabajando o viendo tele mientras mis perros están acurrucados abajo del sillón y ahí está: el amor. En ese momento siento ansiedad Y profunda gratitud.

Cuando estoy cansada por lo mucho que mi trabajo ha cambiado en esta modalidad en línea, veo las caras de mis compañeras y recuerdo lo privilegiada que soy de poder llamar a algunas de mis compañeras, mis amigas. Ahí está de nuevo: el amor. En ese momento siento frustración Y conexión profunda.

Cuando estoy asustada por las noticias acerca de la situación del mundo, me encuentro totalmente conmovida por lo/as doctores, maestro/as, activistas y la gente en general que está haciendo todo lo posible para asegurarse de que las otras personas estén bien. Una vez más: ahí está el amor. Siento miedo Y una enorme admiración.

Por supuesto, no todo el tiempo puedo regresar al amor porque hay algunas situaciones que disparan emociones muy incómodas y es algo difícil moverse de ese estado por un tiempo; sin embargo, verdaderamente creo que la práctica hace a la maestra y que la belleza está en el intento. Así que, mientras viva, seguiré trabajando para regresar, una y otra vez, al amor.

 

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