Ser mujer joven negra: detrás del color, una voz

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Mujer afrodescendiente,con blusa amarilla, turbante de colores. En la imagen está sonriendo y detrás tiene un fondo negro con una pizarra blanca de fondo.

¿Acaso no soy una mujer? 

“Buenos, niños, donde hay mucho jaleo algo anda desbaratado. Creo que, entre los negros 
del sur y las mujeres del norte, si entre todos hablamos de derechos, los hombres blancos 
estarán en apuros muy pronto. Pero ¿de qué va todo lo que estamos hablando?” 

 

Ese hombre de ahí dice que las mujeres necesitan ayuda para subir a las carrozas y para 
sortear las zanjas, y para que tengan los mejores sitios en todas partes. Nunca nadie me ha 
ayudado a subir a las carrozas o a saltar un charco de barro, o me ha ofrecido el mejor 
sitio
.

¿Acaso no soy una mujer? 

Discurso de Sojourner Truth, dado en la convención de los Derechos humanos de la mujer en Ohio; mujer negra, nacida en esclavitud en New York (después de obtener su libertad en 1827, se  convirtió en una conocida oradora antiesclavista).  

Quiero iniciar con este extracto ya que el día de hoy nos competen varias palabras mencionadas, por ejemplo: derechos humanos, mujer, mujer negra, libertad… como pueden ver soy mujer negra  y joven. A lo largo de mi vida he enfrentado episodios racistas y xenofóbicos, sin embargo, el día de hoy no quiero enfocarme en esas experiencias sino en lo que he sacado de cada una de ellas. Y  es que ser negro no es fácil, en ningún sentido, sin embargo, tampoco busco “victimizarnos”, sino alzar la mi voz por los que no tienen este tipo de oportunidades que son tan valiosas.

Hoy, quiero estar en los zapatos de mi yo niña, cuando era la “negrita de la escuela” y luego la  “negrita del colegio”. Si miro atrás, a esos tiempos, me veo sin una voz y totalmente diferente a la  persona que estoy construyendo ahora.

Considero que, lo que me ha hecho crecer son los  espacios en los cuales he podido intercambiar experiencias y ser yo misma, es justo ahí (en mí  misma) donde veo la importancia de promover y garantizar los derechos de participación, iniciando con las personas menores de edad, para que desde edades tempranas se inculque en  ellos el valor de la participación.  

Cuando pienso en mis experiencias cuando era menor de edad, tengo una imagen muy clara de los días 15 de septiembre: siempre era “la negrita de limón” y no me gustaba, no era porque yo no soy de Limón o por ser la negrita, sino porque me encasillaba a algo que yo vivía todos los días y  probablemente a que mis compañeros se burlaran de mí, diciéndome Cocorí.

Esto no quiere decir  que lo considere como un acto racista, si no que no lo entendía en su momento, ya que, cuando somos niños eso nos hiere y se necesita de un proceso para  convertir esas experiencias en  fortalezas, esas experiencias nos afectan, silencian y  ciegan. 

La realidad, es que no puedo hablar por todos, porque he visto niños muy empoderados y eso me encanta, ya que demuestra que se ha avanzado.  Sin embargo, hablo desde mi experiencia. Una  anécdota muy bonita que recuerdo con gran cariño fue el año pasado, cuando fui al evento del día  del afrodescendiente organizado por el Ministerio de Cultura. Vi a muchos niños afro, o de padres  afro disfrutar bailando Buggy y comiendo Rice and Beans y dije: ¡estos son los espacios!, estas son las redes que necesitamos.  

Por supuesto, no estoy hablando de dividirnos ya que eso sería retroceder, sino de celebrar la  cultura y hacer que nos sintamos parte, que sepamos que no estamos solos y que, aunque seamos  los únicos negros en una habitación eso no nos hace despectivos.  

A mí me tomó 19 años normalizar mi negritud, 19 años amar mi color de piel, 19 años bastaron para dejar de compararme con los demás, recuerdo que lo hice por un ensayo titulado “Ser  afrodescendiente en el siglo XXI”, para un concurso de Neurociencias de la Universidad de Costa Rica, gané en mi categoría (yo creo que a todo el mundo le cuento sobre ese ensayo) pero, no es porque gané, es porque fue la primera vez que puse en papel lo que significa para mi ser negra y  ahora que tengo 22 años, me doy cuenta que es un tema del cual quiero conocer y aprender más. 

Si me preguntan: ¿Ser mujer me ha callado?, respondo que sí, pero más me ha callado ser negra.  Me gusta pensar que mis aportes han impactado, aunque sea a una persona. Y  cuando reflexiono  creo que sí, ahora suelo hablar más de eso, y trato de dejar una semillita en los demás, siempre  con respeto hacia sus propios ideales pero, también defendiendo los míos.  

Hoy, me gustaría volver a la escuela y decirme: ser la negrita en los desfiles no está mal. Pero, no puedo devolver el tiempo.

Además, todo eso me ha enseñado a ser quién soy. Tengo claro que, lo que sí puedo hacer es decirle a los más pequeños, ¡ser negro no está mal, y te voy a  enseñar por qué! 

E inspirarlos, con miles de historias y vivencias ajenas y propias, para que sepan que son las y los dueños de su propia historia, pero, sobre todo que siempre existiría una red que los apoye  (llámese familia, amigos, un maestro o maestra, una institución o yo).

Espero el día en que a  nadie le tomen ni más ni menos de 19 años amarse a sí mismo y hacer oír su voz, así como espero el día en que las instituciones públicas abran más espacios orientados al diálogo y al  desarrollo personal en todas las etapas de la vida, en conjunto con el desarrollo de habilidades  blandas y talentos.

Considero que, si las instituciones brindan estos espacios, se puede iniciar a visibilizar en la población la necesidad de conocer y hacer valer nuestros derechos. 

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