Poder estar bien, cuando nada está bien

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Mujer posando en un atardecer

Mi nombre es Tomás. Tengo 17 años, y vivo en Argentina. Desde hace ya varios años me dedico enteramente al activismo por los Derechos Humanos (me especializo en la generación de espacios tendientes al diálogo entre niños, niñas y adolescentes) y la militancia política territorial. Además, me encuentro estudiando Derecho, y me apasiona la música, especialmente el Jazz.

La realidad es que este Blog no está destinado a describirme. Sin embargo, puedo contarte que soy fundador de Wakaya (organización dedicada al diálogo y la participación juvenil en América Latina que cuenta con más de 20 integrantes de 10 países), he colaborado con Unicef Argentina en el marco del programa de participación juvenil digital “Instagrameros de Unicef”, y me dedico a la generación de contenido destinado a la concientización sobre los Derechos Humanos.

Sin embargo, en esta ocasión me gustaría aportar una reflexión, no ajena a las problemáticas que nos preocupan, sino indisolublemente ligada a aquello que nos une, que es el hecho de ser humanos, y de vivir en tiempos complejos. Cierto es que el año 2020 (al igual que lo que va del 2021) no ha sido un año fácil. No ha sido un tiempo fácil para los Pueblos, para nuestro Planeta y los Estados. Vemos con claridad cómo la Pandemia por COVID-19 sigue afectando al mundo entero con todo el dolor que aquello conlleva, e incluso podemos advertir sobre cómo esto agrava problemáticas preexistentes, como la pobreza, la crisis climática y la desigualdad en todos sus órdenes. En este sentido, pareciera  a veces que el activismo y la defensa de los Derechos Humanos es, más que un estilo de vida, una obligación moral. Y esto no es necesariamente negativo, puesto que muchas veces el sentido de “obligación”, y más si es en el orden moral, nos ayuda a comprender nuestro rol en la sociedad global, y la importancia de nuestro trabajo y misión. 

Sin embargo, muchas veces este sentido de obligación se torna un tanto conflictivo, pesado, puesto que si percibimos una obligación es porque creemos firmemente en que hay algo que cumplir de manera idónea, perfecta. Y es que esta es la cuestión fundamental: no hay formas perfectas, premoldeadas, de abogar activamente por los Derechos Humanos. 

Por supuesto, esto no es algo fácil de comprender en lo inmediato. En general, el activismo conlleva una parte importante de la vida de la persona dedicada al mismo, lo que demanda tiempo y la determinación de prioridades con el objetivo de lograr metas en el corto, mediano y largo plazo. Si hay algo que he aprendido en estos años, es que luchar por la Justicia en todos sus órdenes y el Bien Común también genera estrés , cansancio, cierto nivel de frustración y decaimiento. Incluso a veces me siento solo, e incomprendido a pesar de ciertos logros colectivos.

Sin embargo, es importante destacar que una manera de contrarrestar estos efectos negativos sobre nuestra salud física y mental, es considerar de forma especial los logros obtenidos. Muchas veces, la persona que es activista pretende cumplir con metas cada vez más ambiciosas respecto a las anteriores, lo cual está bien solo si antetodo se valora el camino recorrido. Hay días en los que incluso responder un mensaje de texto puede ser difícil, y no deja de ser un logro.

Esta es mi invitación dirigida especialmente a las personas activistas y militantes a que repensemos nuestra salud mental, y le otorguemos el valor que verdaderamente tiene. La realidad es que todos/as necesitamos frenar, observar el paisaje, realizar los cambios necesarios en nuestra rutina (que de rutinaria poco tiene) y valorar lo realizado. Para esto, podemos hablar con un amigo o amiga, con un familiar que nos inspire confianza, e incluso recurrir a ayuda profesional si sentimos que no podemos solos/as.

Poder estar bien, cuando casi nada está bien, es un desafío enorme. Solo si nos unimos y no dejamos a nadie atrás es que podremos enfrentar un nuevo día de lucha por los Derechos.

Juntos y juntas podemos lograr todo lo que nos propongamos. Gracias.

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