Aventuras inciertas

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Imagen en la que se lee "the future is bright" (el futuro es brillante) en liters color lila y naranja con amarillo

Siempre he sido una persona supersticiosa. Hago un máximo esfuerzo para comer doce uvas mientras pido deseos en año nuevo, no camino debajo de escaleras y cuidado con aquel que ose dejar mi bolsa de mano en el suelo. Me gusta conocer de leyendas urbanas y el lado mítico de cualquier país o región por no mencionar mi pequeña obsesión con cualquier cuento de hadas.

Mientras crecía, quería que se me apareciera una bola mágica para saber mi futuro, que algún personaje se presentara diciendo cual sería mi destino o el papel que debía jugar en el mundo. Quería respuestas y podía pasar horas imaginando escenarios hipotéticos en donde las obtenía.

Resulta obvio decir que nunca tuve una llamada del oráculo y ninguna tía lejana parte bruja me predijo el futuro. Tuve que apretar los dientes, ir con la espalda recta, frente en alto y música en la mente mientras caminaba por los pasillos de mi colegio, preguntándome lo que debería estudiar, en quién me convertiría, la persona que sería.

Suponía que el sentirte perdido era cosa de la adolescencia, que al entrar a la universidad y crecer, mi sentido en la vida simplemente se revelaría, pero vaya sorpresa la que me llevé cuando apagaba velas de cumple años y continuaba en la misma oscuridad.

Sin embargo, aunque no lo crean, tuve una clase de Epifanía gracias a una frase escrita en el suelo de una calle; decía “en la incertidumbre, hay esperanza”. Esas cinco palabras bastaron para permanecer a media banqueta, con hombros chocando contra el mío y rostros consternados.

Claro, en el futuro y en especial durante esas crisis existenciales que dan por aparecer a las dos de la mañana, es tan fácil entregarse a las mil maneras en las que todo podría salir mal, que no consideramos las mil formas en las que todo podría resultar extraordinario.

El punto final es que sigo sin tener nada certero, pero por primera vez en mucho tiempo, ya no me preocupa tanto. Obviamente hay días malos. Aún rondan esas noches de mal dormir y frustraciones conmigo misma, pero trato de recordar que, debido a que tengo la libertad de escoger un futuro (por más incierto que este sea) todo puede ocurrir, después de todo, ¿qué es la esperanza sino optimismo ante una aventura incierta?

 

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