SOMOS HUMANOS ANTES QUE TODO

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HUMANOS ANTES QUE TODO

SOMOS HUMANOS ANTES QUE TODO

La vida está compuesta por el 99.99% de nuestras elecciones. Cada día que pasa realizamos acciones, tomamos decisiones, hacemos elecciones. Un día como padre debes elegir donde estudiaran tus hijos, cuando ellos crecen entonces ellos elegirán que carrera universitaria seguir, en qué universidad desean estudiar. En un par de años nosotros tomamos la decisión de juntarnos con alguna persona y formar una vida, quizá exista la elección de contraer matrimonio o la elección de no hacerlo. 

En fin, está claro que desde que nacemos elegimos la vida de selecciones. Pasamos absolutamente toda nuestra vida en elecciones, en decisiones que nos moverán a resultados buenos y algunos otros que traerán consigo algunas consecuencias de las cuales tendremos que hacernos cargo.

Entonces, se preguntarán: ¿por qué digo todo esto? tales pensamientos me surgieron hace unos días, justo a una semana de terminar mi segundo año universitario. Usualmente el último ciclo es el más cargado, pero por diferentes situaciones de la vida, siento que hasta ahora ha sido el más duro y difícil que he tenido. Ha sido ese ciclo que el estrés se ha manifestado en mi cuerpo, caída de pelo y resequedad brutal en la piel, poco apetito y dolores de cabeza.

Durante este año han sucedido cosas en mi vida que me han detenido de hacer muchas cosas, surgieron situaciones a terceros que me afectan directamente de alguna forma. Cada mes que pasaba y las cosas no cambiaban comenzaba a sentirme más y más agotada, tal fue aquel agotamiento que tuve la primera vez en que me cuestioné si debía o no dejar un momento la universidad. 

Supongo que es a lo que le llamamos darnos un respiro. Darnos una pausa y enfriar nuestros neumáticos para no terminar destruyéndolos hasta que queden inservibles.

Cuando toque ese punto de quiebre y sentí la necesidad seriamente de dejar la universidad, me vi en la necesidad, en la exigencia de ir a hablarlo con alguien que me entendiera. Es aquí donde termine hablando con mi mamá. Diciéndole que me sentía demasiado agotada, tanto física como psicológica, que no me sentía en las condiciones de continuar estudiando. No sabiendo que lo que me estaba agotando aún no estaba solucionado.

Ella en su intención de darme ánimos, de decirme que no dejara la universidad porque mis notas van bien, que sigo cumpliendo con el porcentaje de beca que me solicita la universidad, me dijo que no lo hiciera. Que me tomara unos días más para pensar, pero que sí aun con eso seguía creyendo que necesitaba dejarla ella al final me apoyaría.

Es entonces donde me dije a mi misma. Todas mis notas son buenas, mi promedio supera lo que la universidad me solicita cada ciclo, pero de alguna forma estaba eligiendo antes la universidad que a mí misma. Porque mi abuelo falleció y no tuve siquiera un momento de dejarme echar al suelo y llorar la pérdida, porque en mi mente siempre latió el que tenía exámenes que hacer, proyectos que entregar. Bombeo esa parte de conectarme a mis clases entre un restaurante mientras íbamos a la funeraria. 

Fue donde cometí el error de dejar ser humano por estudio. Fue donde me pregunté a mi misma en qué momento del día o del año soy humana. En qué momento puedo llorar para descansar, en qué momento dejare de ser una estudiante, de ser Melany para ser humana y escucharme.

Me pregunto en qué momento. En qué momento nuestro espécimen pasó a interesarse en unos números de seguidores, en ventas, en ser tan egoístas y dejarnos de escuchar. Me pregunto en qué momento las personas decidieron seguir adelante con un proyecto dañino, sin importar escuchar las opiniones de las personas que se sentían dañadas  con ese proyecto solamente por convertir un “sueño” en números de ventas, sin importar que al final tu cuerpo reaccione ante las malas críticas y saber que te estás asesinando psicológicamente pero NUNCA detenerte.

En qué momento nos importó más que nuestro nombre estuviese en pantallas, entre bocas de las personas, entre hashtags, entre comentarios negativos para crecer entre polémicas y que de paso ignorar la forma en que nuestro cuerpo se comunica cuando aquello parece ser demasiado. En qué momento nos comenzó a alegrar crecer en redes sociales por odio y malos comentarios y tomarlo como algo bueno, como una gracia y burlarte de aquello.

En qué momento pasamos de ser humanos a ser solamente un cuerpo lleno de elecciones, de acciones y decisiones. En qué momento pasamos a hacer elecciones que los demás quieren, de seguir con lo que nos ahoga. En qué momento nos silenciamos para ser un estudiante, un trabajador, un hermano, un amigo que no se escucha a sí mismo. 

¿En qué momento nos silenciamos? ¿En qué momento dejamos de ser humanos? 

Regresemos a ser humanos, regresemos a ser la especie humana que escuchaba la vocecita interna. Porque somos humanos antes que un trabajo, antes que un estudio. Somos humanos antes que unas redes sociales, somos humanos antes de un nombre y una reputación. Somos humanos antes que proyectos, que sueños, que futuro. Somos humanos antes que todo. 

Porque existen cosas tristes, existen momentos y situaciones en que debemos hacer selecciones, pero luego está darte cuenta que te has silenciado. Que te has perdido porque has olvidado que eres humano y tú mismo te has tratado como una máquina, como si tus sentimientos no existieran.

Entonces, por favor no permitan que las decisiones, elecciones y acciones que hagan silencien a ese “yo” interior que todos tenemos. No lo hagan porque darse cuenta que lo has silenciado por el mundo es un golpe shockeante. Para los que tenemos en mute ese “yo” interior busquemos de día y de noche el interruptor para encenderla y regresemos a ser humanos. Regresemos a nosotros, regresemos a elegirnos.

 

Instagram: @male.dd

Twitter: @malee_dd

 

Somos humanos antes que trabajos, estudios y redes sociales. Somos humanos antes que un nombre. Somos humanos antes que todo.
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