Una Carrera de Matar o Morir

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Letrero en el que se lee "Pierdes o Ganas"

En la vida, sin duda, hay contadas situaciones que nos llenan de tanta satisfacción como cuando nos sentimos ganadores; es algo sensacional. A lo mejor es el bienestar que llega cuando diste lo mejor de ti y te recompensaron por ello. O tal vez la dicha de haber sabido sobrellevar retos y obstáculos para, al fin, alcanzar la victoria. Sea como sea, ganar se siente bien, ¿no?

En efecto. Si hay algo que nos impulsa a tomar un respiro en medio de la tarea y continuar con más fuerza hasta lograr nuestro cometido, es la mentalización previa de nosotros alcanzando algo. Todos queremos ser ganadores.

Es tan común hacernos la idea de convertirnos en ganadores ansiando con tanto fervor llegar a la meta que, si algo no funciona como esperamos o planeamos y al final no nos hacemos con la victoria, se nos hace imposible tolerar la derrota.

Algo que se olvidaron de decirnos es que no importa cuán preparado estés, o cuán a tu favor parezcan las circunstancias, las probabilidades de fracasar están siempre presentes. Así como tienes la oportunidad de ganar plenamente, también puede que esta no sea tu carrera.

Y esto no es una simple crítica a la educación unidimensional que valora la competencia en un puñado de habilidades, sino al paradigma imperante por el que se ha llegado a creer que para que exista un ganador debe existir también uno o más perdedores, rezagados al segundo plano.

¿Se está convirtiendo acaso nuestra sociedad en una máquina que separa y monitorea personas, con el solo fin de identificar a los ganadores y castigar a los perdedores?

Algunos creen que la competencia es la característica que define las relaciones humanas. Yo enfatizo que lo que nos define, más allá de todo lo subjetivo, es la colaboración.

El punto en el que la competencia sin cuartel se torna dañina es en el que internalizamos y reproducimos los credos del sistema que nos rodea. Nos convencemos a nosotros mismos de que nos encontramos en la situación en la que estamos por algún designio superior y al final podemos hacer poco por cambiarlo. Esto ocurre en ambos lados. Los ganadores se persuaden a sí mismos de haber adquirido su lugar por sus capacidades únicas y extraordinarias, ignorando las situaciones en las que recurrieron a la ayuda de otros para vencer obstáculos. Y por el otro lado, los que no lograron rendir como esperaban, empiezan a culparse a sí mismos por sus fracasos, incluso llegando a creer que no pueden hacer nada para cambiar su circunstancia; que están solos.

La realidad no podría ser más diferente. Las redes de colaboración funcionan de una manera increíblemente efectiva. Y por más que el resto se empeñe en afirmar que la vida es y será una carrera de matar o morir, recuerda que nadie llegó hasta donde está ahora sin haberse tropezado al menos una vez… y haberse puesto de pie gracias a la mano de un amigo.

 

Este artículo fue publicado originalmente en la antigua plataforma en línea de Voices of Youth y fue recreado por el autor en este nuevo sitio.

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