Escapando de la violencia en Honduras

Like572
Post
Imagen
A drawing

Crecí en un barrio pobre de Tegucigalpa, la capital de Honduras, un lugar donde la violencia es algo cotidiano, al punto de que está catalogado como uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de mortalidad similar a países en guerra.

Formamos nuestras vidas dependiendo de a quién o qué tenemos a nuestro alrededor; crecemos sin privilegios, sin ningún conocimiento de cómo es la vida en otros países y sin siquiera tener conocimiento de nuestro propio país. Crecemos siendo felices en un mundo de ignorancia, donde un día más de supervivencia es un logro más en nuestras vidas, sin saber que podrá pasar mañana o incluso dónde estaremos.

Crecí viendo cómo muchas personas cercanas a mí eran arrebatadas de este mundo sin el menor aviso. Para algunas personas, este tipo de incidentes causan rabia y un sentimiento de venganza, mientras que, para otros, era una señal de que algo andaba mal, de que algo tenía que cambiar.

Me tomó años entender lo que significaba perder a un miembro de mi familia. Cuando tenía solo 7 años, mi padre fue secuestrado y eventualmente asesinado por miembros de una pandilla, por el hecho de tener éxito y apoyar a su comunidad. Me llenaba de ira, no solo por haber perdido a mi padre, sino también al ver las lágrimas de mi abuela y su dolor al saber que había perdido a uno de sus hijos. Ella era lo más cercano que tenía como madre, y lamentablemente años después sería nuevamente testigo de cómo la vida de otro de sus hijos sería injustamente tomada a manos de la violencia.

Es frustrante sentir impotencia ante estas situaciones; ver cómo tu mundo se desvanece sin poder hacer nada. Tristemente, mi abuela no fue lo suficientemente fuerte para asimilar su dolor, dejando un nuevo vacío en mi corazón. Sabía que no había nada más para mí en mi país y que un nuevo comienzo alejado de todos mis malos recuerdos sería lo mejor.

 

Blog