Red contra el bullying

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Recuerdo que cuando fui por primera vez a la escuela, antes de entrar, mi padre me dijo: “Si un niño te pega, ¡tú le pegas más fuerte, te tienes que defender!”. Desde ahí comencé a entender que, dentro de la escuela, seguramente sería molestada, y la única forma de que no pasara eso era defendiéndome, pero a golpes, aunque  dentro de mí sabía que esa no podía ser la única solución.

Pasaron los años, y por supuesto sufrí bullying, el cual pasé por alto debido a la normalización de la violencia, ah y debo aclarar que cada vez que esto pasaba, lo reportaba con las profesoras y los profesores, y para colmo, mi padre se enojaba conmigo por no golpear a quienes me molestaban y solo acusarlos.

Pasaron los años, y por supuesto sufrí bullying, el cual pasé por alto debido a la normalización de la violencia.

Hasta hace unos años, el bullying era un tema conocido, pero poco hablado. Sin embargo, el número de suicidios y percances altamente violentos derivados del bullying o acoso escolar comenzaron a incrementar, lo que generaba entre la sociedad la polémica pregunta “¿quién tiene la culpa?”. Unos decían que las autoridades escolares tenían la culpa por no ser lo suficientemente competentes para mantener el orden en las escuelas, otros decían que los padres eran responsables por enseñar a sus hijos e hijas a golpear (como a mí, por ejemplo) o debido a un ambiente familiar violento. Incluso había quienes decían que era normal que entre jóvenes se molestaran y que es parte de crecer. Con todo lo anterior yo solo pensaba “todos deberíamos trabajar para disminuir la violencia escolar”; sentía unas ganas tremendas de gritar ese pensamiento.

Cuando entré a la preparatoria me topé con una convocatoria para un curso el cual abordaba temas de problemáticas sociales, entre ellos el bullying, y por supuesto me anoté. Mi sorpresa fue muy grata al ver que no era la única chica a quien le preocupaba el tema (entre otros problemas sociales que desde luego son importantes). Éramos un grupo de chicas en busca de generar un cambio en nuestro entorno y frenar la violencia escolar.

Con todo lo anterior yo solo pensaba “todos deberíamos trabajar para disminuir la violencia escolar”; sentía unas ganas tremendas de gritar ese pensamiento.
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Taller “Derecho a la participación” II Foro de  la Escuela de Liderazgos de la Ciudad de México.
Taller “Derecho a la participación” II Foro de la Escuela de Liderazgos de la Ciudad de México.

Durante el curso, sesión con sesión fui acercándome más al tema de violencia escolar, incluso descubrí que, en algunos casos, las profesoras o los profesores lo fomentaban, y sobre todo entendí que ¡LA VIOLENCIA NO ES NORMAL! Además, aprendí a realizar talleres, exposiciones o pláticas sobre el tema. Una vez concluido el curso, me comprometí a llevar a la práctica todo lo que aprendí, y no solo dejarlo como una experiencia más.

Pedí permiso a las autoridades de mi escuela para que me dejaran llevar a cabo talleres y pláticas de sensibilización respecto a la violencia escolar. Creí que no me dejarían hacerlo, pero ¡sí me dejaron! Me alegró tanto recibir reacciones tan buenas tanto de las autoridades, como de los profesores, mis compañeros y compañeras, ya que noté que todas y todos ellos estaban dispuestos a generar un cambio incluso con pequeñas acciones, como rechazar una burla ofensiva, dejar de compartir, criticar o cuestionar memes que normalicen la violencia escolar.

Me alegró tanto recibir reacciones tan buenas tanto de las autoridades, como de los profesores, mis compañeros y compañeras, ya que noté que todas y todos ellos estaban dispuestos a generar un cambio incluso con pequeñas acciones, como rechazar una burla ofensiva, dejar de compartir, criticar o cuestionar memes que normalicen la violencia escolar.

Esquematizando lo anterior, podría verse como una red, en la cual cada autoridad, profesor, profesora, padre, madre, alumno o alumna, tiene un compromiso para hacer que las cifras de violencia escolar bajen en vez de subir, y al mismo tiempo, no vernos entre nosotros y nosotras como agentes de cambio aislados, sino como apoyo.

 No importa qué edad tengas, siempre puedes hacer un cambio con pequeñas acciones, “we can be heroes”.

Sobre mi: Mexicana. Estudiante de 19 años de edad de la Licenciatura en Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.  

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